Hoy estaba pensando de qué iría mi artículo y de repente leo el siguiente texto del Papa Francisco:

“La frase clave de las consignas de Cristo a sus discípulos es precisamente «gratuitamente habéis recibido, gratuitamente dad»: palabras en las que se comprende toda «la gratuidad de la salvación». Porque —aclaró el Pontífice— «no podemos predicar, anunciar el Reino de Dios, sin esta certeza interior de que todo es gratuito, todo es gracia». Es lo que afirmaba san Agustín: Quaere causam et non invenies nisi gratiam. Cuando actuamos sin dejar espacio a la gracia —afirmó el Papa— entonces «el Evangelio no tiene eficacia».”

De repente me han venido a la mente todas esas personas para las cuales es más importante vivir que ganar dinero y te sorprenden con actos gratuitos e inesperados. Da igual su religión, su condición política, su raza. Esos pequeños actos de generosidad, sin tu saberlo, pueden tener un impacto incalculable e incluso generar un efecto bola de nieve que se va haciendo más grande conforme va rodando. Piensa cuando te dan un pañuelo de papel en un momento clave para ti. O cuando alguien te sujeta la puerta del ascensor si te ve llegar con el carrito del bebé. También cuando alguien te ofrece el consuelo sin apenas conocerte.

Este tipo de conductas te predisponen a realizarlas con otros, de allí que su efecto sea multiplicador.

Nuestro bienestar depende en mayor o menor medida de estas simples interacciones. Y cuando se trata de la gente que nos rodea tanto en nuestra vida privada como laboral, estos actos nos ayudan a sentirnos vistos, apreciados, valorados y nos dan ánimos para continuar. Te propongo practicar esta actitud como una filosofía de vida. Verás cómo cambia la tuya y la de quienes te rodean.

Te dejo algunos tips que te servirán para poder conseguir ser tú también este tipo de personas:

  1. Que no te importe halagar el trabajo o la imagen de alguien que esté a tu lado. Por supuesto siempre desde el respeto.

 

  1. Manda un mensaje motivador, una frase inspiradora o simplemente brinda tu sonrisa, ya verás que buen efecto produce en quien lo recibe.

 

  1. Realiza voluntariamente de vez en cuando tareas tediosas, esas que no gustan hacer: sacar la basura, poner los folios en la fotocopiadora, rellenar la cafetera, ordenar algo que tú no has desordenado, etc.

 

  1. Predica con tu ejemplo: no hagas esperar a los demás, no exijas lo que tú no puedas dar, no utilices la doble moral, etc.

 

  1. No ningunees a nadie y escucha a las personas que están a tu lado, procura mirarlos a la cara y preocúpate de todo lo que es importante para ellos: su familia, su trabajo etc.

 

  1. Sé tú mismo: Finalmente, la clave principal para que todos estos consejos funcionen, es que seas sincero y genuino al momento de tratar con las personas. Si no funcionas acorde a tu personalidad en todos estos pasos, es difícil que los demás puedan confiar en tus buenas intenciones.

 

“El mejor regalo que le podemos hacer a otro no es sólo compartir nuestras riquezas, sino revelarle las suyas propias” B. Disraeli