Anoche fuimos a ver la última película de Pedro Almodóvar, Julieta, y he de reconocer que me gusto mucho. Es una película fuerte, que te hace tambalear cuando ves que la incomunicación nos hace infelices y como perdemos lo que más queremos por esa falta de diálogo y empatía con los demás. Como es posible vivir con tus hijos y no conocer para nada lo que sienten, lo que les mueve, lo que les destroza por dentro y no les deja avanzar.

Vivir rodeada de los que más quieres y no conocerlos. Ver que un día se van y el retorno es imposible debido al muro que año tras año hemos construido y sentimos que ya es irreversible. A no ser que se de un milagro… y realmente los milagros existen y nunca es tarde para hablar, aclarar, comprender y rectificar las veces que haga falta.

Me gustó ver esta película porque con los grupos de coaching estamos viendo lo importante que es comunicarse, tanto con nuestro interior, como con todos los que nos rodean.

Desde aquí os invito a que creéis entornos adecuados para el dialogo. Elegir los momentos oportunos y facilitar conversaciones abiertas, libres, donde florezca el punto de vista de cada uno y que nadie elija el silencio mortal como opción en su convivencia.

No debemos olvidar que la única forma que hay para que los demás sepan lo que sentimos es diciéndolo, nadie es adivino. Comencemos a partir de este momento a comunicar nuestros sentimientos, dándonos a conocer para que los otros nos puedan aceptar y comprender.

Recordemos nadie puede amar lo que no conoce.