El otro día hablando con una clienta y a la vez amiga, me decía que últimamente  se sentía muy bien, muy ligera, que se había desprendido de un montón de miedos que la tenía paralizada y no la dejaban avanzar y crecer.

Así es, cuando sentimos miedo -o tristeza, o angustia-, la primera reacción puede ser intentar salir de ahí, ponernos las anteojeras del caballo y seguir como si nada. En otras ocasiones directamente no nos exponemos a ello. Muchas otras, esperamos a que otros vengan y hagan lo que nosotros no somos capaces.

Hay que ser muy valiente para detenerse sobre esa emoción y percibir qué cambios se producen: ¿qué le pasa al cuerpo?, ¿qué pensamientos te vienen a la mente? Si no te das el tiempo para evaluar lo que sientes, seguramente vas a reaccionar rápido y sin dilucidar si realmente te puedes enfrentar a ese miedo o no.

Yo te animo a que dejes de huir, que pongas ese miedo a tu lado, que dialogues con él de una forma sincera y lo quites como obstáculo que la mayoría de veces no te deja avanzar. Sé consciente que si no te enfrentas crece, significará que todavía no tienes los recursos suficientes para combatirlo. Pero si tomas las riendas, lo aceptas, trabajas a su lado no dejaras que se haga más grande y tome el control de tu vida.

Vamos a analizar distintos miedos y qué podemos hacer con ellos

  1. Miedo a que nos dejen, nos abandonen: cuando sentimos este tipo de miedo es porque tenemos demasiada dependencia con nuestra pareja, amigos, familia. Para romper con este círculo que a veces nos oprime de una manera enfermiza, debemos diversificar nuestras fuentes de felicidad, apoyo, reconocimiento, etc. Esto nos ayudará a que cualquier pérdida no nos destruya en mil pedazos.

 

  1. Miedo al rechazo: este temor esconde la necesidad de ser el elegido. Nuestra seguridad no puede depender de una expectativa desmedida… no podemos a gustar a todo el mundo, ser la candidata idónea en todos los trabajos, ser la compañera ideal, la amiga ideal etc. Si borramos esas expectativas, conseguiremos controlar esa angustia. No ser el elegido, no significa ser menos capaz, menos valioso o menos deseado, simplemente indica que dos piezas no han encajado.

 

  1. A perderlo todo: no debemos tener angustia a perder lo que se posee, nuestros bienes, nuestro estatus. Hay que disfrutar y dejar fluir. “Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo a perderla” F. Hebbel.

 

  1. A fracasar: Cometer errores forma parte del aprendizaje, no lograr un objetivo no nos convierte en menos competentes o dignos de reconocimiento. Como dijo Dickens “Cada fracaso enseña al hombre algo que necesitaba aprender”

 

  1. Al compromiso: nos da miedo asumir responsabilidades para las que creemos que no estamos preparados. Evitamos dar pasos hacia adelante por temor a que cualquier cambio desestabilice nuestra zona de seguridad. Lo mejor es introducir pequeños cambios para ir ganando confianza poco a poco.

“Haz lo que temes y el temor morirá” J. Krishnamurti

 

  1. A la enfermedad: nos da miedo sentirnos limitados o impotentes. La clave es aceptar nuestras limitaciones y vulnerabilidades con iguales dosis de realismo que de resignación.

“Al final lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”. A. Lincoln

A nada en la vida se le debe temer. Solo se le debe comprender. – Marie Curie