Si no tuvieras miedo serias capaz de mandarle cartas, no ya de amor, simplemente cartas. Tus prejuicios te han acompañado siempre y ves fantasmas donde solo hay realidades de vida. Cuantas cosas te has perdido por ese dichoso miedo que te ha bloqueado. Ahora que cada vez te sientes más mayor, en lugar de liberarte, ponerte el sombrero y salir a la calle… te encierras en tu mundo, en tu pasado tenebroso y alienante. Sigues complicando tu vida en cosas que realmente no valen la pena ni te hacen dichosa. Vístete con tu traje de valiente, desgarra tus vestiduras y quítate esas capas que no te dejan mostrarte como la gran mujer que eres. ¡Hazlo ya! No puedes pasar ni un solo día mas oculta en tu cueva. El tiempo corre embravecido y tú tienes el derecho y la obligación de ser feliz.

Si no tuvieras miedo dejarías ese trabajo que te asfixia, que te desgarra cada día que llegas y te confunden con un mueble, que te ignoran y tan solo se acuerdan de ti para exigirte, para pedirte que te exprimas un poco mas y le des de nuevo un trozo mas de tu vida. De nada sirve que te paguen un alto sueldo, de nada sirve que lleves media vida bajo sus garras, si cuando llegas a la soledad de tu habitación te das cuenta que eres gris y que tu jaula de oro hace mucho tiempo que para ti dejo de brillar. Despierta, toma, abre la jaula y echa a volar, el mundo te espera. Eres demasiado valiosa para seguir ni un minuto más en ese infierno que te hace sentirte cada día un poco más pequeña.

Si no tuvieras miedo serias capaz de decir lo que piensas, lo que sientes. Dejarías de ser esa voz callada, herida, que todos ignoran porque nunca la han oído. Ya está bien de pensar que lo tuyo no vale, ya está bien de gritar en silencio bajo la almohada, ahogando cada noche tus lagrimas y sintiendo que tu vida a penas vale unas cuantas monedas desgastadas y maltrechas.

Toma, mírate al espejo y reconoce que eres grande, que eres muy válida y que dentro de ti hay un gran potencial que el mundo está esperando a que despierte. Levanta la mirada, mira de frente porque no tienes nada de qué avergonzarte. Camina y nunca, nunca te vuelvas a esconder.