Hay varias definiciones de responsabilidad según La RAE yo me quedo con esta que dice que “la responsabilidad es la habilidad del ser humano para medir y reconocer las consecuencias de un episodio que se llevó a cabo con plena conciencia y libertad”.

Por ello toda aquella persona que se caracteriza por su responsabilidad es aquella que tiene la virtud no sólo de tomar una serie de decisiones de manera consciente sino también de asumir las consecuencias que tengan dichas decisiones y de responder de las mismas ante quien corresponda en cada momento.

Sabemos de sobra que hay muchas personas que carecen de esta virtud que, según señalan los expertos, se hace más patente en personas que cuentan con otras dos cualidades muy positivas. Por un lado, estaría la valentía y por otro la humildad. Y es que esta última es vital para que alguien que ha cometido un error con sus actos carezca de orgullo para pedir perdón.

El miedo a la responsabilidad supone una visión desenfocada de la libertad, no apreciar que los compromisos atan pero a la vez protegen. Aprender a ser responsable supone asumir que los compromisos son buenos, nos hacen madurar y nos proporcionan la alegría de ser consecuentes con nuestras decisiones, a pesar del esfuerzo que éstas supongan.

Aceptar la responsabilidad es un gran desafío que debemos experimentar para alcanzar plenitud en cuerpo y alma. Los padres deben inculcarla a los hijos desde pequeños y  para ello te anoto una serie de pautas que te pueden ayudar a conseguirlo:

  1. Es necesario que haya una buena comunicación familiar, creando un clima de confianza donde cada miembro por pequeño que sea tenga su espacio y opinión. Debemos estar dispuestos a escucharles pero eso si con una escucha activa, propiciando que salga de ellos contarnos sus cosas.
  1. Ayudemos a reflexionar y a pensar, que sean conscientes de las consecuencias de sus actos. Debemos educar en las virtudes, integrando la razón, la voluntad y el sentimiento en cada actuación de la persona.
  1. Potenciemos su capacidad de auto-dirigirse, dejándoles autonomía e iniciativa al encomendarles tareas. Tales como:
  • Ordenar su habitación incluyendo hacerse la cama.
  • Ocuparse de sus cosas: preparar la mochila, hacerse su maleta de viaje.
  • Cuidar de un hermano mas pequeño.
  • Tener y cumplir un horario de estudio, en un ambiente silencioso que facilite el trabajo bien hecho.
  • Hacer encargos que faciliten la unidad familiar y un clima positivo, relacionado con la buena marcha de la casa gracias al esfuerzo de cada uno por cumplir bien y a tiempo.
  1. Daremos respuestas con frecuencia para que ellos sepan como lo están haciendo, reconociendo de modo manifiesto lo bien hecho, de tal manera que les genere una satisfacción propia.

No debemos confundir responsabilidad con obediencia, ejecutar órdenes no significa ser responsable. Cuando se obedece puede ser por agradar, evitar un castigo, conseguir algún premio, etc. En este caso la motivación es externa al niño. Por el contrario, la persona actúa responsablemente cuando decide qué hacer y se motiva ella misma para hacerlo, esto implica una aceptación personal y libre, con una motivación interna para llevar a cabo dicha orden.

¡El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede” J. Bucay