Yo soy partidaria de hacer las cosas por mí misma, de conseguir mis retos con perseverancia y tesón. Pero tampoco me importa pedir ayuda si lo necesito.

No considero que sea una debilidad, para nada. Es un acto de valor, de fuerza y honestidad. Las relaciones con los otros nos dan energía, entonces… ¿por qué no acudir a un amigo, a tu pareja, a un compañero cuando lo consideres necesario?

Cuando pides ayuda estas admitiendo que tienes limitaciones, que no eres un súper hombre o una súper mujer, simplemente eres un ser humano flexible, adaptable, responsable y no una criatura frágil que prefiere ignorar el problema y quedarse parado sin buscar soluciones.

Si te das cuenta, las personas que tienen más éxitos son aquellas que aceptan con mayor facilidad esas situaciones en las que necesitan apoyo y no dudan en pedirlo.

A la mayoría nos estimula que los demás nos necesiten y cuenten con nosotros, sobre todo los que están más cerca, los que más queremos. Cuando ayudas a un amigo, vuestras relaciones se estrechan un poco más y te sientes bien al poder conseguir que Él esté mejor. Te sientes útil, valioso. ¿Verdad que te gusta que te dé la oportunidad de ayudarle?

Por lo tanto, si eres tú el que lo necesita, pídeselo. Si por algún motivo no tienes respuesta… pues busca por otro lado. No tengas miedo ni vergüenza. Seguro que encuentras a alguien que esté dispuesto a echarte una mano, a ofrecer su ayuda.

Seguro que te ha pasado alguna vez de ir con alguien en el coche que se ha perdido, y no lleva navegador claro está, y es incapaz de parar y preguntar porque él solito es capaz de encontrarlo. Ahí te ves dando vueltas, gastando gasolina, perdiendo nuestro valioso tiempo, en fin, un despropósito. Más fácil parar y preguntar, pedir ayuda. Este tipo de acontecimientos son los llamados “ladrones de nuestro tiempo”.

Otro ejemplo es cuando pides ayuda a un compañero porque no sabes hacer algo o no puedes concluir un trabajo. Esto no te hace débil, simplemente tomas conciencia de que uno por sí solo no posee todas las respuestas, ni todas las habilidades, y talentos. Tú reconoces que como todo ser humano tienes limitaciones físicas e intelectuales.

Lo que de verdad no tiene límites, es nuestra determinación de querer ver más allá de nuestras propias creencias y juicios, desafiandonos a buscar otras posibilidades que nos muestran nuevas ideas, nuevas soluciones. Pedir ayuda nos hace poderosos porque aumentamos nuestras posibilidades y por tanto las acciones que deriven de estas.

A algunas personas también les puede parar pedir ayuda por lo que la otra persona le pedirá a cambio. Te digo que muchas veces tan solo son prejuicios que están en nuestra mente. Date cuenta que cuando pedimos ayuda, hacemos sentir al otro importante, le demostramos que valoramos sus cualidades, y eso, es la mejor de vuelta de favor.

Como conclusión os digo que pedir ayuda es ser responsable, es creer en la cooperación que nos hace crecer como personas y como sociedad y es darles a los demás una oportunidad para conectar con nosotros.

Es posible y muy deseable cultivar nuestra autonomía, a la vez que unas relaciones saludables, que sean una fuente de fuerza y crecimiento.

La libertad la autonomía no significa estar aislado

 

“Cualquier posible sentimiento de superioridad entre quien da y solicita un favor, solo es producto de la ignorancia, todos somos iguales: en cualquier momento quien niega ayuda seguramente la solicitará” Abel Pérez