Las improvisaciones, como dijo William Shakespeare, son mejores cuando se las prepara… y para poder improvisar con genialidad es necesario tener dos cosas: conocimientos y experiencia, cualidades que alguien que no las tiene jamás las podrá tolerar.

Yo, personalmente estoy de acuerdo con Shakespeare, porque, aunque en mi vida profesional he tenido y tengo que improvisar con bastante frecuencia, a mí me gusta prepararme las cosas y no ir a la aventura.

En el ámbito de las artes: teatro, música, pintura y también en la cocina, los chefs suelen tirar de la improvisación, pero estoy convencida que debajo de esa improvisación, esa genialidad hay mucho de preparación y conocimiento.

En todos mis talleres siempre digo que hay que prepararse las cosas y sobre todo las que son importantes. Cuando nos organizamos, cuando hacemos una planificación, estamos realizando un ejercicio de participación, donde mostramos como queremos que suceda.

Seguramente que nos vamos a encontrar con factores que se escapan a nuestro control, pero si estamos organizados, si existe una planificación será mucho más fácil retomar nuestros objetivos y rectificar lo que sea conveniente.

Hay personas que necesitan tenerlo todo bajo estricto control, planificando hasta el más insignificante detalle y otros que lo dejan todo al azar, a la suerte. Seguramente no hay una única respuesta a si improvisar o planificar, cada persona es un mundo, y cada uno debe encontrar su propio equilibrio teniendo en cuenta sus necesidades y expectativas.

La mejor definición que he escuchado sobre la improvisación en la música es “la reorganización espontánea de un material previamente estudiado”. Aunque el jazz es el rey de la improvisación, hay ciertos patrones. “Cualquiera puede improvisar, pero hay que practicar y dominar el lenguaje, las estructuras” (Charlie Moreno)

Prueba, modifica y vuelve a probar hasta que encuentres el modelo perfecto que defina de forma efectiva hasta dónde debes planificar y qué puedes dejar en manos de la suerte.

Si me permites un consejo final: si puedes planificar planifica, prepárate. No te preocupes,  siempre te van a surgir imprevistos y entonces será el momento de improvisar.

“Un plan no es nada, pero la planificación lo es todo” Eisenhower. Siempre se puede acertar por casualidad, pero nadie puede vivir del rédito de un golpe de suerte eternamente, y mucho menos de una empresa.