Naciste una mañana fría de febrero de 1932 en La Carolina, Jaén, serías la primogénita de una familia numerosa. Tu infancia no fue de cuento, de historia dulce, de algodones blancos con olor a polvos de talco, de rosas con fragancia desbordada, de juegos de una preciosa niña de pelo rizado y con ojos tristes.
Una noche te dormiste siendo esa niña y cuando la luz del alba entro por tu ventana te despertó y con su varita mágica te convirtió en una mujer…. Que silencio mas profundo, que lagrimas que no encontraban consuelo, pues tu madre, tu querida madre ya no estaba para enjugártelas y sus brazos ya no estaban para arrullarte. Su frágil corazón no había resistido el cuarto parto y sus fuerzas se apagaron como la luz de un pequeño candil. A partir de ese momento y con tan solo 9 años tú serias la madre de tus hermanos, tú cuidarías de ellos, tú serias el consuelo de sus vidas. Aquí acabo tu niñez, aquí cayo la responsabilidad que un padre severo y exigente descargaba sobre tus espaldas, y tú sumisa aceptabas sin rechistar.
Pasó el tiempo con sus días y sus noches, con más penas que alegrías con mas sinsabores que exquisiteces. Cumplías 14 años y habías pasado lo peor, tus hermanos ya eran mas mayores y tu trabajo ya no era tan pesado. Cuando ya todo era mas fácil tu padre decide casarse y tu piensas que por fin tendrías un poco de vida propia y podrías disfrutar de las cosas cotidianas de una niña de tu edad….. ¡que equivocada estabas!. Tu padre volvió a decidir por ti y te puso a servir en una casa donde te explotaban por cuatro duros. Recuerdo cuando me contabas que tus pobres manos se llenaban de sabañones con los duros fríos de la Mancha y que tan poco pudiste disfrutar tu adolescencia como realmente te merecías. Tu madrastra era una buena mujer, pero tu padre era implacable y a pesar de que era encargado de minas y tenía un buen sueldo, te puso a trabajar.
Una hermana de tu madre vino en tu busca y te llevó a Madrid para servir como doncella en casa de unas marquesas. Tu tenias mucho estilo, mucho porte que ni el frío, ni los sabañones, ni la tristeza habían podido borrar. Eras una jovencita guapa y elegante, porque la elegancia no se compra se tiene, y tu siempre la has tenido y aun hoy y a pesar de tu enfermedad y tus años la sigues teniendo.
En Madrid te hiciste una mujer, aprendiste un montón de cosas y volviste a Puertollano convertida en una bella dama con mucho porte y carisma. Te colocaste en una drogueria-perfumería rodeada de bellos aromas, esos que a ti tanto te gustan. Nunca perfumes fuertes, sino suaves y limpios como tu siempre has sido . Eras una persona querida, respetada y muy muy trabajadora.
Tus primeros años de casada fueron también duros ya que emigrasteis a Murcia, y ya se sabe uno fuera de su familia y con un futuro un tanto incierto no es plato de buen gusto. Con los años y con el esfuerzo de los dos habéis conseguido lo que ahora tenéis y nunca nadie os ha regalado nada.
Por eso el tiempo que te quede de vida, no te ha de faltar nada. Vas a vivir como una reina (como tu dices) y el cariño, los cuidados que necesites siempre los tendrás.
Te quiero MADRE y estoy muy orgullosa de ti.