¿Te has parado a pensar con qué frecuencia te enfadas? Seguramente no somos conscientes de la cantidad de pensamientos negativos que enviamos a nuestra mente a diario.

El enfado es una forma de estar disconformes con la realidad que nos rodea y está muy ligado a la frustración, el odio o la ira cuando no sabemos hacer una buena gestión sobre él.

Ante cualquier agresión o malestar que nos venga del exterior o a veces de nuestro interior, podemos reaccionar en dos sentidos: hacia dentro (represión), hacia fuera (explosión). Pero no debemos olvidar algo muy importante, que los verdaderos perjudicados vamos a ser nosotros. Vamos a alterar nuestra salud física y mental, puesto que tiene una incidencia directa sobre el corazón y la presión arterial.

Solemos enfadarnos cuando nos sentimos atacados o lastimados, ignorados o rechazados por otras personas. Frustrados por no conseguir lo que añoramos, abandonados ante una  pérdida y también cuando aparece nuestro complejo de inferioridad.

Si queremos combatir esa sensación de enojo nos podemos ayudar de dos habilidades como son la Autoconciencia y el Autocontrol. En principio y cuando no se tiene costumbre de utilizarlas, no resulta sencillo pero con práctica, conseguiremos unos buenos resultados.

La Autoconciencia es la capacidad de darnos cuenta de lo que pensamos y sentimos. Debemos pararnos a pensar que nos sucede, para poder canalizar toda nuestra negatividad de la mejor manera posible. Sería pues el primer paso, detectar que situaciones o qué personas nos alteran y con que frecuencia lo hacen.

El Autocontrol consiste en pensar antes de actuar. Seguramente esto es lo más difícil, ya que si algo caracteriza al enfado es la impulsividad, todo pasa muy rápidamente. A pesar de ese corto espacio de tiempo, podemos ejercer cierto control para evitar el estallido de una conducta que nos podamos arrepentir.

Por lo tanto la paciencia, la aceptación y la tolerancia serán buenas herramientas para conseguir una buena gestión emocional.

Me gustaría dejar claro que controlar no es sinónimo de reprimir. Si no expresamos nuestro sentimiento, siempre de una forma asertiva, iremos acumulando malestar, por lo que tarde o temprano acabaremos explotando, bien sea hacia fuera (soltando todo lo que tenemos dentro de una forma descontrolada) o hacia dentro (consiguiendo dolores de cabeza, de estómago, insomnio, etc.) Con el control podemos expresar lo que sentimos sin que nos suponga un dolor emocional tan fuerte que nos impida avanzar, ya que cuando no nos sentimos ofendidos, el enfado dura tan solo el momento justo de comprender el momento justo de nuestra reacción.

Os voy a dar unas pautas para poder combatir el enfado que espero os sirvan de ayuda. Yo he avanzado mucho con respecto a este tema y os puedo decir que me siento más fuerte, más libre y más feliz:

  • Expresémonos de una forma clara y sencilla.
  • Entendamos por qué estamos enfadados
  • Cambiemos de entorno: cualquier técnica de distracción nos servirá, salir a tomar el aire, hablar de otra cosa, etc.
  • Miremos las cosas como una escala de grises y no solo utilizando el blanco y el negro.
  • Dejemos ir las cosas que están fuera de nuestro control.
  • El perdón hace que encontremos la paz interior, que en definitiva es todo lo que deseamos cuando perdemos el control de nuestras emociones. No debemos guardar rencor, puesto que el rencor es el mayor de los venenos emocionales.
  • Tengamos sentido del humor ya que alivia las emociones negativas.
  • Pensemos bien lo que vamos a decir antes de soltarlo (contemos hasta diez)
  • Pongamos distancia de por medio, nos ayudara a aliviar tensiones.
  • Busquemos soluciones cuanto antes.
  • Cualquier actividad creativa favorecerá nuestro estado de ánimo.
  • Escuchar música, está comprobado que mejora nuestro espíritu.

Como veis, maneras de gestionar nuestro enfado hay muchas, solo nos queda empezar a ponerlas en práctica. Será beneficioso para nuestro entorno pero sobre todo para nosotros mismos.