Estamos pasando las vacaciones de Semana Santa en Fuensanta un pequeño pueblo de Albacete. Una de las cosas que más me gusta son las largas sobremesas con la familia, somos un montón de gente de edades muy diversas. El más pequeño cinco años y el más mayor y más sabio 87 que es mi suegro. Me encanta ver tanta gente a la mesa porque al ser hija única mi familia es muy reducida y siempre he echado de menos estas reuniones.
En estas largas tertulias los temas son muy variopintos: el tiempo, la cosecha, el ganado, los acontecimientos que han ocurrido, que mas bien son pocos debido a las pocas personas que invierno habitan en el pueblo. Ayer comentaron que había fallecido una mujer joven y eso siempre produce conmoción. Esto y después de ver anoche la película de La Pasión dirigida por Mel Gibson me he decidido escribir acerca del dolor.
Cuando sentimos dolor por la pérdida de una persona, un divorcio, una separación, aparecen un montón de sentimientos: rabia, enfado, dolor, culpa, tristeza, impotencia…. Y hoy Domingo de Resurrección yo añado esperanza, perdón, renovación.
El dolor a lo largo de nuestra vida es natural y normal, lo que es anormal es rechazar estos sentimientos y la ayuda que los demás nos ofrecen cuando atravesamos estos duros momentos.
Si queremos superar el dolor tenemos primero que nada dejar que emerja y expresarlo; admitir la realidad de la pérdida e ir aceptando a vivir sin ello, en lugar de estar siempre hablando de lo mismo, entrando en una espiral sin conseguir nada positivo para nosotros y nuestro entorno. Trabajar el dolor es una aventura un tanto arriesgada que requiere apostar por la vida y vivir como seres humanos responsables y cuidadosos, no importa el momento difícil que nos toca vivir o que grande sea la pérdida que hemos sufrido.
Hace poco me contaba una clienta en una sesión de Coaching que había perdido al amor de su vida, su esposo, no tenía ganas de vivir y prefería haberse marchado con él. Sin embargo tuvo el coraje suficiente de enfrentarse a su pérdida e ir más allá. Por supuesto que no fue una empresa fácil, le supuso hacer nuevas amistades, encontrar un trabajo y lo más difícil, enfrentarse a ella misma, haciendo un inventario honesto de su situación, expresando su rabia, dolor y resentimiento para llegar apostar de manera positiva por su nueva vida.
Algunas veces las pérdidas suceden demasiado pronto y nos parecen injustas, pero la vida es un adaptarnos a esas pérdidas y aceptar lo que nos pareció desgarrador. De esto sabe y mucho mi buena amiga Marisa Fabra que es todo un ejemplo para mí. Ha vivido la larga enfermedad de su marido y después su partida con gran entereza. Ha transformado la muerte y el dolor en vida y esperanza. Su tranquilidad y su paz me reconfortan y me hacen ser o intentar ser fuerte como ella lo es.
En este mundo donde lo que prevalece es la fuerza, el estar por encima de los demás, el poder, no debemos pensar que el dolor no es una debilidad ni tampoco es un castigo. Es un sentimiento respetable y valioso, que nos proporciona sabiduría y comprensión. A través de él distinguimos lo esencial de lo superficial. Esta toma de conciencia nos acerca a percibir la totalidad y a entendernos más profundamente a nosotros mismos.
Si no hemos aceptado todas las fases del dolor: negación, enfado, depresión, aceptación, ni pedido ayuda cuando lo necesitábamos, seguramente seguirán existiendo muchas luchas en nuestro interior. Otras personas que hayan sufrido alguna pérdida importante en su vida y la hayan enfrentado de manera saludable entenderán que todo no se ha perdido; las cosas ya no volverán a ser como antes, pero seguro que quedaran y surgirán otras que llenaran nuestra vida y no las podemos desperdiciar.
Cuando va pasando el tiempo, las nubes van desapareciendo y aparecen los rayos de sol que iluminan nuestro caminar.
Te propongo que hagas un compromiso contigo mismo y te liberes de los lastres y cargas del pasado…. de esas conductas que mantienen sentimientos negativos dentro de ti. Preocúpate en entender el lenguaje de los sentimientos que es esencial para tu independencia y libertad.