Seguro que estarás de acuerdo conmigo de que hay personas que llegan a tu vida y te traen un soplo de aire fresco, que no te cansas de respirar.  Su luz llena cada rincón de tu vida y si tenías algún espacio oscuro lo iluminan con tan solo mostrar su sonrisa

Hay personas que están hechas de algo irrompible, personas que hacen que todo tenga sentido de pronto, incluso lo que no importaba hasta que las conocimos.

Son personas auténticas que marcan un antes y un después en nuestras vidas que  y estamos seguros que si algún día desaparecen dejarían una huella imborrable en nuestros recuerdos. Como decía Pierre Corneille “su manera de dar vale mucho mas que lo que de verdad dan”.

Las personas especiales si te abrazan, logran recomponer tus partes rotas, no esperan a que las cosas sucedan, hacen cada día lo que desean y persiguen lo que quieren hasta que lo consiguen. Te ayudan a sacar todo lo que tienes reprimido, te tiran abajo todos los muros y te despiertan de un portazo. Son una especie de salvavidas que llegan por casualidad, o tal vez de manera intencionada, y te cambian para siempre. Te abren los ojos, te hacen ver lo que duele, lo que puede llegar a doler y lo que tiene un significado maravilloso. No se esfuerzan para dejarte marca…. Te ofrecen otra visión de tu mundo, te ayudan a cuestionarte tu pasado, tu presente y tu futuro.

Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre dan un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Es la prueba de que dos almas no se encuentran por casualidad. Y, aunque ya no estén contigo nunca podrás olvidarlos.

Os dejo estas bonitas palabras de Mario Benedetti:

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.

Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.

Me gusta la gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente; a éstos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.