El año pasado me invitaron a dar una conferencia en una asociación de mujeres viudas, Tabita, y fue una experiencia preciosa donde tratamos el tema “Aprender a ser feliz no tiene edad”.

Yo soy una convencida de esto, considero que nunca es tarde para poder aprender a ser felices y disfrutar con nuestra vida, sea la que sea. Comencé lanzando esta batería de preguntas que sería interesante que tu tomaras nota y te las contestaras:

  • ¿Qué significa para mí ser feliz?
  • ¿Cómo vivo yo mi felicidad?
  • ¿Cuáles son las pequeñas cosas que me dan satisfacción?
  • ¿En qué momentos de mi vida he sido feliz?
  • ¿Qué tipo de situaciones me impiden ser feliz?
  • ¿Qué tipo de pensamientos y preocupaciones limitan mi felicidad?

Cada persona evalúa y reacciona de manera diferente, ante una misma situación. Nuestra reacción depende de nuestra forma de ser y de las experiencias y aprendizajes que hemos vivido, sobre todo en la infancia y adolescencia.

El optimismo y el pesimismo, son actitudes que determinan nuestras emociones y nuestra conducta. Por eso es tan importante, darnos cuenta de cuál es nuestra propia actitud en ese sentido.

Ser feliz no significa vivir en la carcajada en todo momento. Eso es imposible. Ser feliz es un estado de bienestar general, basado en sentimientos de paz y armonía internas, autoestima y satisfacción personal, en el que los momentos positivos superan a los negativos y los logros predominan sobre los fracasos y en el que nuestra vida tiene un sentido y un significado. Esto depende de nosotros y si no lo tenemos, trabajando adecuadamente, lo podemos obtener.

Este año me han vuelto a invitar y se me ha ocurrido el tema de lo importante que es hoy en día el saber comunicarnos, el saber escuchar. Estoy más que convencida que es una de las causas de nuestros problemas cotidianos y también de problemas graves del mundo. ¡Qué difícil es saber escuchar y practicar la empatía!.

El valor de la comunicación nos ayuda a intercambiar de forma efectiva pensamientos, ideas y sentimientos con las personas que nos rodean, en un ambiente de cordialidad y buscando el enriquecimiento personal de ambas partes.

Comunicar no significa decir, expresar o emitir mensajes (para eso están los medios de información), por el contrario, al entablar un diálogo con los demás, tenemos la oportunidad de conocer su carácter y manera de pensar, sus preferencias y necesidades, aprendemos de su experiencia, compartimos gustos y aficiones… en otras palabras: conocemos a las personas y desarrollamos nuestra capacidad de comprensión. Sólo así estaremos en condiciones de servir al enriquecimiento personal de quienes nos rodean.

Todos deseamos vivir en armonía, por eso, este es el momento de reflexionar y decidirse a dar un nuevo rumbo hacia una mejor comunicación con quienes nos rodean.