Si, lo confieso… me gusta la Navidad por muchos motivos porque me encanta la luz y durante estos días hay miles de ellas, por los balcones, las calles, las casas, etc. y en los ojos de mucha gente que ve más allá, y por brillarles les brilla hasta el alma.
Me gusta reunirme con personas que quiero, del trabajo, amigos, familia y no lo hago por obligación sino porque me encanta compartir no solo la comida, que podrá ser mejor o peor, más cara o más barata, lo importante es reunirnos, echarnos unas risas, brindar y si se presta pues también bailar.
Me gusta la predisposición de la gente para estar más amable, más sonriente. Es época donde los corazones de las personas se solidarizan más con el prójimo, donde sales de una tienda o te encuentras con alguien y dices “Feliz Navidad” con una gran sonrisa, y la persona que lo recibe, te devuelve las palabras con simpatía y satisfacción, donde el tiempo se para y se respira alegría y felicidad, donde las tarjetas de felicitación inundan los buzones (ahora del ordenador).
Me da igual lo que piensen aquellos gruñones que todo lo enmascaran que -si es consumismo, -que es un coñazo tanta historia-, -que mira tú que hay que ser así todo el año-…. Pues si sería ideal que fuéramos así, pero por lo menos en estos días la cosa cambia y puede que alguien le guste ser o estar así y se lo deje puesto para el resto del año. Eso que nos habremos ganado.
En estos días la emoción y los sentimientos están a flor de piel, cuando montas el Belén, cuando se enciende el árbol, cuando escuchas un villancico, el sabor de un guiso que tan solo tu madre le daba el toque perfecto… o simplemente el sonido del silencio de aquel que ya no está. Pero no hay que ponerse tristes, porque las cosas hayan cambiado, porque no podamos estar con quienes queremos o porque haya personas que no volverán a compartir ninguna Navidad con nosotros. Debemos recordarlos, pero disfrutar de los que aun tenemos y sonreír con el corazón y decirles cuanto los queremos.
Dejémonos llevar por la inocencia del niño, queramos a quien tengamos cerca, disfrutemos de ellos, achuchémoslos. Aunque las circunstancias no nos lo pongan fácil, debemos ser felices en la tristeza, cantar aunque a veces se quiebre la voz, reír entre lágrimas, amar en la desdicha y sobretodo disfrutar del espíritu de la Navidad y dejad por unos días aquello que nos entristece, nos hace callar, nos hace llorar o nos hace sufrir y erosiona cada día nuestro corazón.
Me siento una privilegiada por ser cristiana y por sentir que la Navidad es algo mas: Es mirar a los ojos de aquellos que conviven con nosotros y buscar entenderlos, perdonarlos, envolver con cariño esos seres humanos que pisan el mismo camino que nosotros. Es detenerse delante de un niño y prestar atención en lo que sus ojos dicen, sin palabras. Es sentir compasión por el más perverso de los hombres, entendiendo que él es nuestro hermano y que se hace violento porque desconoce la paz. Es preservar y respetar la naturaleza que Dios nos concede, como medio de progreso, y hacer esfuerzos reales para construir un mundo mejor. Realmente es difícil pero a mi me anima intentarlo por lo menos.
Pues eso Feliz Navidad!