En psicología, el perfeccionismo consiste en la creencia de que se puede y se debe alcanzar la perfección. En su modalidad patológica es convicción de que cualquier cosa por debajo de un ideal de perfección es inaceptable.

Ser perfeccionista podría parecer que nos va a ayudar a conseguir más cosas y a ser más exitosos, pero el exceso de perfeccionismo puede provocar consecuencias negativas, por ejemplo: vivir más tensos, estar más angustiados, no disfrutar de los logros e, incluso, un sentimiento de fracaso pese a hacer bien las cosas.

Por lo general, los perfeccionistas han aprendido desde su infancia que los demás los valoran por sus logros, y no por sus cualidades personales. Pueden haber vivido en un ambiente en el que los fallos no son aceptados o tolerados, o en el que el fracaso es considerado como algo terrible, que traerá consecuencias muy negativas (castigo, rechazo, humillación, etc.).

Como consecuencia, puedes haber aprendido a valorarte a ti mismo en función de la aprobación de los demás. De este modo, tu autoestima estará basada en hechos externos. Esto puede hacer que seas demasiado sensible a las críticas y opiniones de los demás, pues tu autoestima depende de ellas. Para protegerte de dichas críticas y mantener tu autoestima alta, intentarás hacer perfecto todo aquello que pueda ser objeto de crítica por parte de los demás, todo aquello en lo que los otros puedan observarte y juzgarte.

Yo hace unos años era una persona perfeccionista para mí sobre todo y para los que me rodeaban, los más cercanos. Todo tenía que estar en orden y bajo control, en su sitio… ¡Que equivocada estaba!

Mi hija Marta ha sido desde pequeña una alumna brillante, responsable, estudiosa y con unos resultados académicos muy buenos. Pues resulta que yo, en vez de disfrutar plenamente de esos éxitos y saborearlos… exigía mas y mas. ¡Qué absurdo!

Lo importante es enseñar a amar aprender de todo y de todos. Descubrir que cuanto más sabes, mas pleno te sientes y no lo haces porque te obliguen sino porque estas convencido de ello.

¿Cuándo descubrí esto? Pues cuando hace siete años le diagnosticaron Alzheimer a mi madre y coincidió que estábamos de reforma integral en el despacho y también en mi casa. De momento todo era caos a mí alrededor y yo intentaba sobrevivir y no morir en el intento.

Indudablemente lo pase fatal, pero una vez superado me sentí fuerte, reconfortada y con las ideas mucho más claras de lo que a partir de ese momento sería para mí la vida y el concepto de felicidad… bueno, mejor dicho mi nueva actitud: tienes que convivir con el orden y con el caos y buscar tu equilibrio entre los dos.

Usa cualquier talento que poseas: los bosques serían muy silenciosos si no cantaran más pájaros que aquellos que cantan mejor” (Henry Van Dyke)

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