El esfuerzo es un motor: lo que nos ayuda a conseguir las metas que nos proponemos y a superar los obstáculos de la vida diaria. Si un niño se deja llevar por lo que le apetece en cada momento, posiblemente no estudiará, no ayudará en casa,… y cuando sea un adulto no sabrá enfrentarse a las dificultades y contratiempos.

El esfuerzo es un valor que no viene de fábrica, sino que los padres tenemos que enseñar a nuestros hijos, necesitan de un buen entrenamiento que consiste en la creación de buenos hábitos y responsabilidades a través de la constancia.

Los padres tenemos que ir siempre por delante: nuestro ejemplo es esencial. A los hijos les ayuda ver que sus padres también se esfuerzan, trabajan, no se quejan, asumen sus errores y también los imprevistos sin perder la calma.

Demasiadas personas están equivocadas al pensar que el esfuerzo se aprende sobre todo en el colegio. Sin embargo, el principal lugar para este importante aprendizaje es la familia. Todas las virtudes necesarias para tener éxito en la vida  se adquieren en un ambiente de cariño y exigencia proporcionados por la vida familiar de cada niño.

En casa, el niño aprende qué es el esfuerzo, qué sentido tiene. Si le enseñamos a esforzarse en cosas pequeñas, será capaz de afrontar cada vez mayores retos. Lo importante es hacer lo que debo, no lo que me apetece. Así, irá controlando su impulsividad, su impaciencia, etc.,…

Desde pequeños debemos marcarles metas realistas, adecuadas a su edad y a su carácter, sin infravalorarles y a la vez sin pedirles imposibles. Debemos ser sus compañeros de viaje pero sin caer en el sobre-proteccionismo. Tienen que aprender a volar poco a poco, si tratamos de solucionar siempre sus problemas eso hará que en el futuro no sean resolutivos y nunca terminen de despegar de una manera correcta que les haga madurar.
Conviene insistir en la cara positiva del esfuerzo: cuesta, claro que cuesta, pero después uno está más contento y además la vida le va mejor.

El post de hoy me lo ha inspirado una mujer luchadora y digna de admiración para mí. En nuestro momento playero esta mañana me contaba que su hija la han contratado en un colegio de maestra de educación infantil, esto que a lo mejor no os parece muy relevante, si que lo es…

Carla era una niña con problemas de atención y dislexia y eso le impedía avanzar a la misma velocidad que el resto de sus compañeros, pero con una madre coraje como la suya eso no iba a ser un impedimento… ella no lo iba a consentir. La llevo a gabinetes de psicología, a los mejores sitios aun a costa de no poder ir de vacaciones o permitirse algún capricho. También horas de esfuerzo a su lado, luchando codo con codo cada noche y tras un duro día de trabajo… no importaba el cansancio, el agotamiento. Ella sabia y desde siempre le ha inculcado que puede conseguir lo que se proponga aunque le cueste tal vez más trabajo que a los demás.

Bueno su trabajo en equipo ha sido fabuloso, el tándem ha sido perfecto y ahora después de sembrar, de trabajar y más trabajar la recompensa ha llegado en forma de contrato laboral para dos años y con muchas posibilidades de continuar. No me cabe la menor duda que conociendo a Carla y sabiendo cómo trabaja sus éxitos no han hecho nada más que comenzar.

¡Enhorabuena chicas!