Este mes de enero en nuestro taller vamos a hablar de la empatía y estoy segura de que vamos a sacar grandes conclusiones de lo que significa y lo importante que es para nuestras vidas.

Una de mis coachees y a la vez buena amiga me comentaba que le interesaba mucho el tema porque ella lo tenía muy arraigado y quería aprender a despojarse un poco de esa carga que en determinados momentos nos puede suponer ser demasiado empático. Ella es una gran persona y siempre se pone en el lugar del otro y a su disposición olvidándose la mayoría de las veces que sus cosas importantes no lo son menos que las de los demás.

Como casi todo en la vida la justa medida es lo mejor, ni mucho ni poco.

Cuando preguntas qué es la empatía… la respuesta más socorrida, es decir: “ponerse en el lugar del otro, ponerse sus zapatos, etc.” No sé qué pensareis vosotros, pero yo, y me considero empática, lo veo complicado en nuestra sociedad llena de EGOS muy grandes, incapaces de ver más allá de su ombligo.

Es importante tener conciencia sobre nosotros mismos, conocer nuestras emociones y como las aplicamos en nuestro día a día. Cuanto más abiertos nos encontremos a ello, mayor será nuestra destreza en la comprensión de los sentimientos de los demás.

Las personas que cometen los delitos más perversos carecen de toda empatía. No son capaces de ver el sufrimiento de los demás, porque son incapaces de experimentarlo en ellos mismos.

Las raíces de la empatía nos llevan a nuestra más temprana infancia.  Los niños son libres en sus sentimientos, están pendientes de los demás, de sus padres, cuidadores, hermanos, familiares, y actúan libremente respecto a ellos, establecen una conexión directa con sus mentes, y ejercen de empáticos ingenuos sin prejuicios de ningún tipo.

Ellos no saben que significa ser flexible, ni compasivo, ni saben escuchar, actúan por instinto, ya que sus cerebros están exentos de agentes extraños sociales. Todo lo experimentan en estado puro, y responden en consecuencia, poniéndose en el lugar de otro, y percibiendo qué necesidades tiene sin que medien palabras, gestos ni miradas. Actúan, y no saben si hacen bien o no, aunque con la respuesta de los demás, intuyen que su manera de proceder es correcta, y repiten de manera desinteresada.

Hemos de ser muy cuidadosos con la atención que prestamos a nuestros hijos porque el coste de la falta de sintonía emocional con ellos puede ser muy grande. Cuando los padres fracasan de una manera constante en mostrar empatía hacia unas determinadas emociones, el niño dejará de expresar e incluso dejará de sentir ese tipo de emociones, desembocando con frecuencia en desequilibrios que luego son difíciles de corregir.

Los seres humanos no verbalizan con facilidad sus emociones, lo hacen a través de otros medios y para ello debemos desarrollar la capacidad para captar los mensajes no verbales. Si queremos comunicarnos con eficacia es importante que saquemos brillo a nuestra parte empática ya que está comprobado que las personas que lo son, no solo gozan de mayor popularidad y estabilidad emocional, sino que también tienen más éxitos a nivel profesional.

Para poder tener una buena escucha empática, debemos tener en cuenta los siguientes pasos:

  1. Aparta de la mente tu punto de vista un momento, no contraataques mentalmente.
  2. Presta atención y céntrate en el punto de vista del otro. No lo interrumpas, no lo juzgues ni evalúes.
  3. Analiza su punto de vista hasta que consigas entenderlo.
  4. Demuéstrale que lo has entendido y lo sientes.
  5. Busca un acuerdo total o parcial.

Con estos pasos aceptaremos y respetaremos las ideas y emociones del otro. Comprenderemos y tomaremos interés por sus problemas y puntos de vista.  Pero como hemos dicho al principio en su justa medida, no podemos convertirnos en el saco de golpeo de Boxeo de todo el mundo y olvidarnos de que lo nuestro es importante y también merecemos ser felices.

 

“Si no tienes empatía y relaciones personales efectivas, no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos”. -Daniel Goleman.