En los tiempos que andamos hay mucha gente que se considera de mente abierta. Yo personalmente tengo mis serias dudas al respecto. Si así fuera, no habría tanto rechazo a las personas, a las situaciones, a las acciones cuando simplemente son diferentes a las nuestras. Seríamos mas solidarios y comprometidos con los demás, desechando prejuicios e ideas simplistas de la vida.

No nos mirariamos diariamente nuestro ombligo y pensaríamos que nuestra verdad es absoluta.

Nos echamos las manos a la cabeza cuando alguien no entiende nuestra forma de actuar, nuestros gustos, nuestros puntos de vista… pero ¿cuántas veces no hacemos nosotros lo mismo? Yo diría que con más frecuencia de la deseada.

Es necesario abrir nuestra mente porque estamos en un mundo que cambia a demasiada velocidad y si nos cerramos a la evidencia de esto, estaremos cerrando también las puertas a la creatividad y a los cambios constructivos.

Tener una mente flexible te hace ver la vida de una forma positiva y optimista y desarrollar un buen sentido del humor. Ayuda a mantenerte despierto y profundizar en los temas que van surgiendo y no quedarnos en la superficialidad y frivolidad que generan las estructuras mentales rígidas y cerradas.

Cuando se tiene una mente cerrada se vive dentro de un sinfín de limitaciones, en el conformismo y en el sufrimiento de una forma innecesaria. Cuando trabajas en conseguir una mente abierta, te das cuenta que una enorme cantidad de buenas experiencias están abiertas para ti y ello te motivará a trabajar con determinación para descubrir y cumplir tus sueños.

Te propongo que si estas harto de ver el mundo siempre de la misma manera y no quieres que te cuenten y construyan tu propia historia… aquí te dejo unas pautas que te ayudarán a tener una mente abierta y gozar de una vida emocionante, equilibrada y curiosa:

 

  1. No rechaces ni critiques nada antes de haberlo probado. Cuando notes que estás teniendo una opinión negativa sobre algo, cuestiónate si tienes las pruebas suficientes que apoyen esa idea. Si descubres que no hay ninguna evidencia que demuestre lo que dices, entonces debes probarlo por tu cuenta antes de decir algo más.

 

  1. Acostúmbrate a decir más veces que sí a las cosas que normalmente dirías que no: nuevas experiencias, otros alimentos, otras amistades… La próxima vez que digas que no a algo, cuestiónate por qué lo haces, ¿miedo a lo desconocido?, ¿Comodidad? ¿Conformismo? ¿Falta de voluntad?

 

  1. Examina cada situación desde diferentes perspectivas. Deja de pensar que tu punto de vista es el mejor e inamovible, examina otros argumentos y analiza otros puntos de vista. Tal vez descubres nuevas y buenas ideas, y si no es así, te sentirás más seguro de tu propia opinión porque estarás mejor informado.

 

  1. Cambia tu rutina: Las rutinas son buenas para tener orden y estabilidad en tu vida y no es algo malo. Pero si quieres tener una mente abierta , varíala de vez en cuando y descubrirás que hay otras formas de vivir la vida.

 

“Ocurre con la gente de mente pequeña lo mismo que con las botellas de cuello estrecho. Cuanto menos contiene, más ruido hacen al vaciarlas.” Alexander Pope