¿Cómo nos frustramos?

La capacidad para gestionar de forma positiva la frustración se educa tanto en los niños como en los mayores.

Cuando te sientes frustrado, te sientes mal. Y los mecanismos de defensa consciente o inconsciente son dañinos para la propia persona y para las que le rodean: agresiones verbales o físicas, golpear o tirar objetos, la retirada silenciosa…

Las emociones son el termómetro que te informa de que tienes que introducir algún cambio. La frustración te dice que algo ha salido mal, que te has esforzado y no has conseguido el premio, pero no te dice que debas abandonar el proyecto.

Tolerar la frustración

Trabajar la tolerancia a la frustración es vital. La tolerancia está relacionada con el tiempo que tardas en reaccionar a la presión, al estrés que experimentas cuando las cosas no salen como deseas.

La tolerancia permite aprender a superarte y pensar de forma creativa. Te hace fuerte y resistente y te prepara para ser competitivo en una sociedad en la que todo el mundo busca lo fácil.

Estamos acostumbrados a que las cosas se quieran ya: informes ya, citas ya, que te contesten al WhatsApp ya, a los mails ya, al teléfono ya, que te atiendan en los establecimientos ya…

Sentimos que se pierde el tiempo y que no hay paciencia, y es porque la tolerancia a la frustración no se ha entrenado.

Hoy en día tenemos un bienestar enorme, a pesar de la crisis. No hay más que comprobar lo accesibles que son las nuevas tecnologías para todo el mundo; en cada hogar hay tabletas y móviles por doquier. Los niños pían y les compramos todo “para que no se frustren y tengan lo mismo que sus compañeros”.

Pues eso, caramba: si lo que los niños necesitan es aprender a frustrarse, a sentirse incómodos y a que su cerebro busque soluciones. Nadie se esfuerza y aprende a pensar de forma diferente y seguir luchando cuando no tiene la necesidad de hacerlo.

Educar a los pequeños a tolerar la frustración implica tener adultos que se sientan capaces, que gestionen mejor sus objetivos, que no abandonen y que, por tanto, sean más felices.

Aprendamos todos a tolerar la frustración con estas ideas:

1.- Acepta que luchar por algo no tiene una relación directa con conseguirlo. A veces el premio no es llegar o ganar, sino lo que aprendes durante el camino.

2.- No sobrevalores lo que sientes cuando no consigues lo que deseas, es normal sentirte mal.

3.- No te quedes en el mundo del victimismo. Deja de hablar de lo mal que te sientes, de lo injusto que es el mundo que no te premia después del esfuerzo.

Cambia tu discurso; es de débiles y te aporta poco.

4.-Busca soluciones. Haz preguntas como “¿por qué no lo logré?”, “¿qué puedo hacer de forma diferente?”. Planificar de otra forma o buscar un plan alternativo puede ser la solución.

5.- Si se debió a falta de tiempo, preparación o dedicación, repite e insiste. A veces los objetivos requieren más esfuerzo del que pensábamos en un principio.

6.- No permitas que nadie te diga si vas o no a conseguir tus propósitos. No des valor a las palabras de personas que viven la frustración como algo permanente en sus vidas, que no se arriesgan y han decidido vivir en su zona de confort.

Si lo permites, condicionará tu manera de ver tu progreso y actuar.

7.- Para cada contratiempo busca una solución. Que tardes más de lo que te hubiera gustado no significa que no vayas a llegar. Responsabilízate de tus acciones.

8.- Ten presente a esa persona que ha conseguido lo que tú te propones y piensa qué hubiera hecho ella.

Si alguien al que quieres estuviera en tu lugar, ¿qué le dirías?, ¿que lo dejara? No: tú le ayudarías, le motivarías, le harías ver lo que ha conseguido y evitarías que abandonara.

Pues trátate a ti por lo menos igual de bien que lo harías con ese alguien.

9.- Crea tu ruta de cómo vas a hacer para conseguir tu reto. Y, en esa ruta, anota posibles problemas que puedas tener y lo que harás para prevenirlos o solucionarlos.

10.- Valora cada logro contigo mismo y con los tuyos, porque todo forma parte de tu objetivo final. A veces se menosprecian los pequeños logros y no se es consciente de que gracias a todos ellos se consigue el final.

Esto te ayudará a reafirmarte en tu propósito y a sentir seguridad y confianza en ti mismo y a sentir que vas por el buen camino. Es fundamental para seguir.

11.- Siempre hay momentos de bajón, pensamientos de “no sé si saldrá”, “¿tanto esfuerzo valdrá la pena?”, etc. Que tu lectura no sea “esto es imposible” o “yo no valgo” y sientas frustración.

Hay que aprender a quitar valor a los pensamientos; pensar no es igual a realidad. Automotívate y prepara tu monólogo interior, ese que te dirás cuando las cosas no funcionen. Él es tu ángel, tu salvador en los momentos grises.

12.- Si tienes que pedir ayuda o consejo, hazlo. No eres menos por ello. Siempre hay personas generosas que aportarán algo a tu camino, personas que ponen su experiencia al servicio de los demás sin temor.

13.- Visualízate. Está demostrado que la representación mental controlada tiene un gran poder en la mejora y superación de nuestros proyectos.

Tu mente se predispone y tus acciones se enfocan a cumplir esa película que te narras. Si no te ves, no lo harás.

 

 “La frustración llega por no pelear lo suficiente”. S. Ballesteros